Colombia no es Venezuela ni lo será: Ustedes pueden hacerlo mejor

21 de junio de 2022 | Sonalys Borregales Blanco

La mayoría de los colombianos dejó a un lado sus miedos y este 19 de junio eligió a Gustavo Petro como presidente. Mientras tanto, muchos otros siguen insistiendo en que Colombia se volverá como Venezuela (¡qué fastidio!).

Parece necesario aclarar que Gustavo Petro no es Chávez, que la América Latina de hoy no es la misma que la de hace algo más de una década y que los pueblos recorren cada uno sus propios caminos. 

No, Colombia no es Venezuela ni lo será, en especial, porque la experiencia venezolana sirve para que muchos Gobiernos progresistas puedan hacer las cosas mejor. En este punto no queda más que reconocer que el Gobierno de Venezuela ha cometido errores y que los venezolanos de a pie también tenemos culpa de lo que nos pasa hoy (es necesario recordar, además, que Venezuela ha estado bloqueada por Estados Unidos desde hace ya bastante años).

Los migrantes ponemos nuestro granito de arena para alimentar estos miedos: andamos por ahí diciendo, sin ningún reparo, que Colombia va a ser como Venezuela porque así comenzamos nosotros y “mírennos cómo terminamos”. Esas frases parece que revelaran un destino irremediable para Colombia, como si los colombianos no pudieran tomar decisiones acorde con lo que ellos necesitan y como si el resultado de esas decisiones no pudiera ser mucho mejor que el de nosotros en Venezuela. 

Yo no puedo negar que como migrante venezolana en Colombia siento miedo. Los migrantes no podemos olvidar que de la estabilidad económica de este país depende nuestra estabilidad y la de nuestras familias que esperan remesas en casa. Tenemos muchos más miedos, pero eso no justifica que los traslademos a un pueblo que intenta hacer su propio camino, para alcanzar la paz y conseguir justicia social.

Nuestros miedos como migrantes no pueden volvernos tan egoístas al punto de preferir que sigan masacrando a nuestros hermanos, desapareciéndolos o manteniéndolos en la miseria y en la desprotección absoluta. 

El domingo, tras la victoria electoral de Petro salí a las calles de Bogotá a acompañar a la gente en su celebración. Ya estaba oscuro y de frente encontré entre la multitud a una joven colombiana. Nuestras miradas se encontraron de frente en medio de la emoción del momento. Nosotras, sin decirlo, sabíamos que compartimos la misma esperanza por una vida digna para todas las personas.

La felicité y le deseé lo mejor para su país, entonces me preguntó de dónde era: “venezolana”, le respondí. Ella me abrazó y me dijo: “gracias por no creer que nos vamos a volver como Venezuela”. Luego se volteó y compartió con sus amigos la alegría de lo que le había dicho yo.

Si lo pensamos bien, los migrantes venezolanos en Colombia deberíamos sumarnos a este esfuerzo del pueblo colombiano, porque la justicia social, la paz y la estabilidad económica puede llegar con Petro para todos los habitantes de este territorio y extenderse a toda la región. 

Pensemos por un momento y sin fanatismos: esta es una gran oportunidad para acabar la guerra en Colombia y esto también llevará paz a Venezuela. Quizá  se puedan normalizar las relaciones diplomáticas entre ambos países, quizá el nuevo Gobierno pueda generar más trabajo digno, ofrecer servicios de atención en salud más incluyentes y hasta puedan impulsar políticas migratorias humanitarias.

No necesitarnos afiliarnos a ningún partido, ser comunista ni gritar ¡Viva Petro! para apoyar a nuestros hermanos, basta con confiar en ellos. Colombia no es Venezuela, ellos construirán un país más justo y equitativo, porque lo merecen y porque tienen la oportunidad de hacerlo. Por eso, los migrantes venezolanos deberíamos hacerles saber que cuentan con nosotros. 

Fotografía de Víctor de Currea-Lugo.

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